La Guerra de Independencia española
Estas guerras se
consideran parte de las guerras napoleónicas que empezaron en Europa, se desarrollaron entre 1808 y 1814. Los beligerantes
de estas fueron España contra el primer imperio francés y además nos ayudaban
Inglaterra y Portugal.
Trasfondo
de esta:
Todo empieza con el
Tratado de Fontainebleau de 27 de octubre de 1807, cuando el primer ministro
español Manuel Godoy preveía, de cara a una nueva invasión hispano-francesa de
Portugal, el apoyo logístico necesario al tránsito de las tropas imperiales. España y la Francia napoleónica ya habían
sido aliados de armas tiempo atrás en batallas como la de Trafalgar contra los
ingleses, lo cual no salió muy bien.
Bajo el mando del general
Junot, las tropas francesas entraron en España el 18 de octubre de 1807,
cruzando su territorio a toda marcha en otoño, y llegaron a la frontera con
Portugal el 20 de noviembre.
Sin embargo, los planes de
Napoleón iban más allá, y sus tropas fueron tomando posiciones en importantes
ciudades y plazas fuertes con objeto de derrocar a la dinastía de los Borbones
y suplantarla por su propia dinastía, convencido de contar con el apoyo
popular.
La población civil no estaba
de acuerdo con esta toma de poder napoleónica, sin embargo, el rey de aquel
entonces, Fernando VII ,”el deseado” tuvo que abdicar en favor del hermano de
Napoleón José Bonaparte, o como lo llamaban en la península Pepe Botella,
puesto que fue aprisionado en Francia.
El descontento de los ”patrióticos”
españoles hizo que en la mayoría de ciudades del país hubiera resistencia
armada de milicianos, aunque también había
algunas ciudades que se rindieron a los franceses.
Defensa
de Madrid, levantamiento del 2 de mayo de 1808
Óleo
de Joaquín Sorolla.
Se fundaron las cortes, un
Consejo de Regencia de España e Indias, llamada también Regencia de España, creado
en 1810, y como su nombre lo indica, representaba el órgano de gobierno y se
atribuía igual autoridad que el rey Fernando VII, y tuvo como misión la
organización de las Cortes Constituyentes. Ejerció los poderes
ejecutivo y legislativo españoles durante la ocupación napoleónica de España.
Se componía de representantes de las juntas que se habían formado en las
provincias españolas.
El levantamiento contra los
franceses partió de las clases populares y de los notables locales. Comenzó
como una serie de motines espontáneos, pero su reiteración y su rápida
expansión por todo el país permiten entrever cierto grado de inducción o,
cuando menos, de coordinación.
-Los
fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío, de Francisco de Goya, representa
la represión del ejército francés el 3 de mayo en Madrid-
Es probable que el detonante
fuera la presión de las tropas de ocupación sobre la población civil, la
obligación de mantener a un ejército depredador de alimentos y bienes de
consumo básico, máxime cuando el país había atravesado recientemente por un
ciclo de hambrunas y malas cosechas.
Las ciudades fieles al rey y
a la regencia no se rindieron a los franceses, ejemplos de ello, ciudades como:
Cádiz, Gerona y Zaragoza con héroes como el general Palafox. Algunas se
rindieron y otras fueron tomadas, como Sevilla en la batalla del puente de
Triana.
.
Reconocimiento a los protectores de Saragoza.
Finalmente las tropas
Napoleónicas se marcharon al norte para combatir en Rusia.
Fue una guerra larga y
destructora: Francia perdió unos 200 000 hombres y España entre 300 000 y 500
000. Además, la guerra resultó muy costosa. Los ejércitos contendientes y las
guerrillas se aprovisionaron sobre el terreno mediante requisas.
La devastación y los robos
diezmaron la producción agraria, mientras que los campesinos no se animaron a
cultivar por la incertidumbre.
Las cosechas de 1811 y 1812 fueron malas y
escasas. La falta de subsistencia extendió el hambre y provocó una intensa
crisis de mortandad en 1812.
No solo cayó la producción agrícola, hubo
industrias que casi desaparecieron como la textil lanera de Castilla, ya que
los rebaños de ovejas merinas sirvieron para alimentar a las tropas.
El transporte de mercancías
se paralizó, pues los bueyes, mulos, caballos y otros animales de tiro fueron
incautados por los militares. Por último, la guerra generó un fuerte déficit en
las finanzas públicas: en 1815 la deuda estatal superaba los 12 000 millones de
reales, cifra veinte veces superior a los ingresos anuales ordinarios.
La firma del tratado de
Valençay por el que se restituía en el trono a Fernando VII, el Deseado, como
monarca absoluto, fue el comienzo de un tiempo de desilusiones para todos
aquellos que, como los diputados reunidos en las Cortes de Cádiz, habían creído
que la lucha contra los franceses era el comienzo de la Revolución española y
también el inicio de la guerra de independencia hispanoamericana que perdimos
por aquellas épocas.
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